El efecto colateral más temido con el uso prolongado de benzodiacepina es el desarrollo de dependencia, incluso con dosis terapéuticas y en un periodo relativamente corto de tiempo.
La dependencia es particularmente probable en pacientes con antecedentes de alcoholismo o de abuso de drogas, y en pacientes con trastornos acusado de la personalidad.
Los síntomas del síndrome de abstinencia consisten en ansiedad, depresión, alteración de la concentración, insomnio, cefalea, mareos, acufenos, pérdida del apetito, temblores, sudoración, irritabilidad, trastornos de la percepción como hipersensibilidad a estímulos físicos, visuales y auditivos, alteraciones del gusto, náuseas, vómitos, dolor abdominal, palpitaciones, hipertensión sistólica leve, taquicardia e hipotensión ortostática.
efectos adversos menos frecuentes incluyen: vértigo, cefalea, confusión, depresión, dificultad en el habla o disartria, alteraciones de la lívido, temblores, trastornos visuales, retención o incontinencia urinaria, trastornos gastrointestinales, cambios en la salivación y amnesia.
Algunos pacientes pueden experimentar una excitación paradójica, que podría conducir a la hostilidad, la agresión y la desinhibición.
Rara vez se han descrito reacciones como ictericia, trastornos hemáticos e hipersensibilidad.
En ocasiones puede producirse depresión respiratoria e hipotensión a dosis elevadas, aunque esto se observa más con el uso de benzodiacepinas por vía parenteral.
Una sobredosis de benzodiacepinas puede producir depresión del SNC y coma o excitación paradójica. Sin embargo, la muerte es poco frecuente cuando el fármaco se administra solo.